El año 2011 fue "horrible" para los elefantes. Se incautaron 23 toneladas de marfil, lo que significa que al menos 2.500 animales murieron a causa de la caza furtiva.
Esa cifra es la más alta desde 1989, cuando se prohibió el comercio de
marfil para salvar a los elefantes de la extinción.
Pero la actividad prosiguió ilegalmente debido a la gran demanda en Asia,
donde solía usarse para fabricar objetos decorativos.
La mayoría de los embarques ilegales
de marfil de elefantes africanos "terminan en China o en Tailandia".
Rutas cambiantes del contrabando, se han hecho por lo menos 13 grandes
incautaciones de marfil en comparación con las siete operaciones que se
hicieron en 2010 en las que se consiguieron 10 toneladas de marfil.
"En 23 años de recopilación de información de capturas de marfil...
este es el peor año de la historia para grandes incautaciones. En verdad, 2011
ha sido un año horrible para los elefantes".
Los traficantes parecen haber
cambiado el aire por el mar: a principios de 2011 tres de las incautaciones de
marfil a gran escala ocurrieron en aeropuertos, pero posteriormente la mayoría
de los colmillos se encontraron en medios de transporte marítimos.
"El único denominador común en el tráfico es que el marfil parte de
África y llega a Asia, pero las rutas cambian constantemente, lo cual
presumiblemente refleja los cálculos de riesgo de los contrabandistas de su
mejor posibilidad de evadir la detección.
En seis de las grandes incautaciones de 2011, Malasia fue un país de
tránsito en la cadena de abastecimiento.
Algunos defensores del medio ambiente afirman que la decisión de permitir
que algunos países del sur de África, cuyas poblaciones de elefantes están en
auge, vendan sus reservas de marfil, ha estimulado el comercio ilegal.
Sin embargo, esos países -Sudáfrica, Botsuana, Namibia y Zimbabue- lo
niegan y argumentan que deberían ser recompensados por cuidar de sus
poblaciones de elefantes.
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